La
imposibilidad de la virtud
se torna
contra la ignorancia,
transmuta
hacia lo horrendo
al vacío
idiota del olvido.
Las llamas
ya son perdidas
lloran su
naranja estridente,
su calor
se pierde en ceniza
añoran el
tiempo que perdieron.
La
inexistencia de la misericordia
lo obsceno
que resultó aquel día,
rompe la
copa del antiguo vino
que se
derrama entre tus labios.
Fantasma
ciego de tu recuerdo,
apenas el
susurro de tu vida
como el horror
sordo de la muerte
de las
infinitas mariposas negras.
¿Suicidio?
¿Por qué no? Uno, dos,
tres y
cuatro, dos balas en el cajón
cinco y
seis Sísifo sube otra vez...
¿Cuánto
más podría verte?
Si, tú
eres quien encanta camaleones,
con tu
irritante música anticuada,
tal vez
bebería otro café u otro ajenjo
dama verde
de mis sueños no te alejes.
Debajo de
un triste vaso roto aún frío
escondí la
llave, la ginebra y los hielos
pueden
irse al carajo, la llave y solo ella
sabrán que
hacer, tal vez mañana u hoy.
Delirio
espiral, el piano retorciéndose
frente las
obras baratas de hoy en día
no se
tiene el valor y el jazz de ayer,
pobre,
sigue cantando como cigarra.
Un montón
de diamantes estrellan
sus caras
contra la plata de la luna
la baranda
ya no espera a nadie
ni
siquiera el verde de las ramas y el viento.
Sábanas de
Prometeo, desarman
destruyen,
pulverizan, oprimen, rojas
dolorosas,
ardientes, profundas y
diáfana la
ventana petrificada de miedo.
Caja de
música que te guarda y alimenta,
el
silencio se derrama en el lienzo
¿Lo
sientes? Poco a poco, los gusanos
entre los
ojos y la boca ¿Lo sientes?
¿Amanecer?
Jamás ¿Para qué? Jamás
¿Amor?
¿Felicidad? Lo necesario
abierto
como la mezcalina y el éter
cerrado
como dedo en el gatillo.
¿Bien? No,
solo viviendo el sueño,
(que
terrible sueño, mierda) feliz,
seis
letras absurdas y mentirosas...
Pero vamos
¿Quién no quiere divertirse?
Por: Miguel Angel Díaz Gutiérrez.