domingo, 3 de noviembre de 2019

Café con leche y pastel de elote (ft. El Mito de Sisífo)

Cuando solía escribir algo más que mi diario, pensaba que las circunstancias y eventos eran un muy buen combustible para confeccionar algo "interesante" (para escribir algo "bueno" aún faltan una eternidad inconmensurable de tomos y, siguiendo la lógica de las anécdotas ser longevo, sutilmente inmortal), las emociones son las que alimentaban las historias que quería plasmar, los poemas que solía tejer...sin embargo, el vacío sucede cuando las letras no son suficientes. Espero no causar la impresión de estar haciendo un lloriqueo (además, éste sería sumamente penoso, es público, y ya saben como es esto...) pero ya estoy harto de no lograr tomar algo en limpio de todas estas semanas, o es una broma demasiado planificada para ser verdad o es una pared tan fuerte que no podría ser rota. Barajé la idea de dejarlo, olvidarme un poco de esto, escribir, sin embargo, algo la emocionante aventura de ser leído, de ser escuchado siempre estará ahí, no creo que se vaya, hasta traté de aventarle un zapato (bota) para ahuyentarla pero sigue estando ahí.

Pero lo que de verdad me tiene aquí tecleando es una incómoda sensación de insatisfacción, si, no debió haberme tomado tanto tiempo el descubrir esa incomodidad. Salvo contadas personas, nadie se preguntará qué es esa incomodidad o por que tiene tanto influjo sobre mi, quienes hayan leído una o dos entradas en este proyecto, verán que mis "escritos" son obtusos, erróneos, con faltas tan grandes de ortografía (perdóneme, miss M., olvidé lo que es escribir "como Dios manda") que harían sollozar a los más doctos en estos menesteres. Es una insatisfacción honda, propiamente dicho,  es un estancamiento creativo (por no decir que no tengo ideas novedosas, temas que explorar, algo más que decir) las ideas suelen ser mejor manejadas por el cerebro, parece un alquimista o astrólogo que puede manipular ese batido de nudos que de repente aparecen, en forma de imágenes, de sonidos o sensaciones ¿Cómo se escribe eso? ¿Cómo escribir lo que no tiene palabras? Tiene poco de sencillo esto, no dudo que mentes mucho más aptas que la mía se hayan dedicado a responder esas preguntas y muy probablemente hayan terminado con más, lo cual no es nada malo, es una forma de aventurarse más allá, nos damos cuenta lo enredado que es ser un animal con conciencia de la esencia después de su existencia (signifique lo que signifique eso) ¿No han tratado de suicidarse intelectualmente? Debe ser bastante reconfortante no tener que inventarse problemas y vivir un día a la vez, no lo digo con ironía, si no como una idea que a la mayoría les será familiar y para quienes no, es que la viven sin  siquiera estar conscientes de ello pero, supongo, que han decidido dejar ese revólver imaginario y dejarlo en la mesita de noche, después habrá momento para jugar a la ruleta rusa, lo malo, ya sabemos donde está la bala y el juego es solamente saber cuando jalar ese gatillo ¿Emocionante? Probablemente ¿Aborrecible? Si, un rato bastante largo.

Pero me desvío del tema, la insatisfacción es fuerte y por lo que ha sucedido últimamente es mucho más larga de lo que podía pensar, tomé algunas precauciones para cuando pasara, pero todo se agota. Además, es como iniciar la carrera entre la liebre y la tortuga, por más que sea liebre, no alcanzaré la tortuga, siempre con una ventaja, infinitadecimal, más pequeña que un quark, siempre estará ahí, sinceramente es desesperante. Ah, que decir de los días que se despiden en un abrir y cerrar de ojos, a la espera de lo especial de los días ¿qué sucede cuando los días son tan iguales entre si que lo especial en ellos sea justamente eso la monotonía? No, no quiero decir que la rutina es un mal que nos aqueja y debemos combatirla con sonrisas y buenos pensamientos, en muchos sentidos la rutina es una forma de salvaguardar el orden que tanto buscamos, sin un pelo despegado. Afrontar la realidad de la finitud, de la inconmensurabilidad, de la muerte, es un poco más que un ideal, plagado de los mismos problemas que llevaron a ese punto, es tan divertido jugar a hacer uroboros con nuestras vidas y pensamientos, pero en algún momento debe parar. Buscar una solución es regresar al problema pero ahora con más peso, para sumergirse bien y tocar el fondo de ese charco que poco a poco se vuelve un océano. Mi solución tiene mis defectos, pero podría funcionar, eso lo veré. La clave: El Océano. Llenarlo de vida, que cada vez se vuelva más y más pequeño, es complicado iniciar de la nada, por ello habrá que sumergirse hasta el fondo, plantar algas, hacer del charco un tremendo hogar oceánico, hasta que no haya más remedio que salir, empaquetarlo en una esfera de vidrio y tenerlo cerca del corazón, junto a los demás charcos-océanos, hay que guardar esos uroboros para que, por lo menos, cambien de forma y de serpientes, con suerte, al final, habrán alegres reptiles que no coman su propia cola.

No siempre está tan mal estar detrás de la tortuga, seguirá avanzando queramos o no, es la cuestión más trascendente e importante, jamás se le puede alcanzar, nunca se termina de llegar a la cima con la roca. Conviene disfrutar de trayecto dejando que la tortuga avance y dejando a un lado la piedra, el camino es tan largo como lo es un beso, imaginen su vida en el próximo que den, tan fugaz, tan perecedero pero se puede ensanchar (no los besos) no es necesario ir en línea recta, siempre es mejor ver los caminos que van a los lados, pedir perdón cuando se daña la carretera de alguien más y esa clase de cosas, las metáforas con carreteras son suficientemente explícitas, se dejan las demás al lector.

Por hoy es todo, ya no tengo más que decir, para quienes llegaron aquí, muchas gracias, es lindo que se tomen el tiempo de leer algo como ésto.

Per Aspera...lleguen a las estrellas como ustedes quieran.

En lo que encuentro qué escribir. Parte 1.

  Nunca supe como elegir libros Este blog lo comencé hace ya tres años. Esperaba poder verter en él reflexiones sobre lo que leía, de primer...