lunes, 30 de diciembre de 2019

Mensaje por fin de año. XOXO.


Un año más para la cuenta, hasta ahora llevo 23, hacen mucha bulla sobre el cierre de una década, en combinación con el cierre de año esto es una celebración masiva a los anillos que se van cerrando.

Terminar un ciclo es un evento un poco incomprensible para mi, tiempos que terminan y otros que inician, muy poético, basta pensar que conforme muere el año, uno nuevo nace inmediatamente, bastante cercano a aquel capítulo de 31 Minutos donde se acaba el mundo, pero nadie lo notó por que uno exactamente igual se creó en su lugar. La sensación de que todo se encuentra igual al final de todos esos andares se hace presente conforme se ve la aurora de un nuevo día nacer. Tal pensamiento me lleva a sospechar que no hay mucho que celebrar, si solo se piensa en las condiciones externas que nos son inherentes. No obstante, y a pesar de ese vago sentir de inutilidad, es grato recordar todos los eventos que se adhieren a esas condiciones externas. La experiencia humana en toda su extensión, contando lo que nos hizo sufrir y lo que nos hizo sentir la plenitud de primera mano. Por mi parte esa es la razón por la que debería celebrarse una traslación al sol, la esencia de las cosas esta en constante cambio, la existencia también cambia, mas ésta no es tan perceptible (por lo menos las que no son a grande escala, las de escalas megalíticas son otra historia). El cambio de esencia sigue principalmente a la recepción de esas experiencias humanas, hechas grandes por su expresión en sentimientos. Amar la vida, como mucha gente clama en estas fechas, implica amarla en sus expresiones positivas y negativas, sin chistar, con la mejor disposición de arrojarnos al agujero y volver a salir, una razón más para celebrar, el amor a la vida, aunque sea tremendamente complicado hacerlo.

En cuanto a mí, las experiencias de todo este año, siguen lo anterior, lloré, perdí, me alejé, decididamente traté de ser algo mejor, no lo logré, pero no me quedé en el mismo punto en que inicié, es una avance (no dejen que ningún coach de pacotilla les diga lo contrario); noté como las antiguas heridas y los diablos del pasado corrían tras de mí, pude ser por un tiempo más rápido pero al final mejor los acepté, un poco jugando contra mí y otro poco de autodesprecio…y aquí estoy aún.

Las experiencias son varias y éste no es el lugar para contarlas.

Lo que quiero decir es que las oportunidades que trae el “Nuevo año” tienen un trasfondo que jamás se van a quitar ni barriendo la casa el 31 de diciembre por eso de las “malas vibras” (no tomar esto como una excusa para no barrer, es higiene, no lo dejen de hacer). No tomaría por buena esa metáfora donde se ve un nuevo año como un libro en blanco, en mi caso, si quisiera tomar esa metáfora como cierta, tiraría a la basura cerca de 8,395 días sólo por la emoción de “escribir” una nueva historia con 365 páginas en ella. Lo cierto es que en las demás páginas hay cosas que nos duelen, otras más que nos invitan a revivir el tiempo en la memoria, unas más que nos sabrán a nostalgia por no saber arreglar; habrá aventuras y desventuras. Pero una de las cosas de ese “libro” enorme que es nuestra vida que actualmente se deja como un pormenor es la idea de los “grises”, nadie que esté leyendo esto es completamente bueno o completamente malvado, la condición humana impide que se pueda estar en los extremos, la imperfección es latente y sumamente poderosa, nadie se escapa de ella, podremos fingir, pero ella sabe cuando lo hacemos y estará ahí, por cuantos años más vivamos, como lo veo, esa imperfección puede ser como una lechuza o un cuervo, las dos aves son inevitables, coexisten en la amplitud de acciones y pensamientos, si, algo demasiado grande, el segundo, solamente limitado por nuestra biología. Si, mientras cenen recuerden esos errores, lloren si es necesario, recuerden el dolor, las consecuencias, las heridas…para luego sincerarse con ustedes, no todo fue tan malo al final, si lo notan, siempre hubo risas, incluso en los peores momentos, saber que no todo fue negativo es un paso sumamente difícil, sé que para muchas personas es una tarea infinita, no pierdan esas ganas de tratar de ver lo positivo, nadie dice que debemos estar bien siempre, tomen su tiempo.

No tengo mucho más que decir por ahora, deseo que su celebración sea consciente, amorosa, pacífica y reconfortante, el tiempo es inclemente y no dejará que los momentos duren para siempre, disfrútenlo. Al final, nuestra mortalidad es lo que hace especial lo que hacemos, somos poco más que polvo sobre la pequeña canica azul que llamamos Tierra, hasta ahora, el único lugar que celebra el darle una vuelta a su estrella.

Amor, energía, paciencia, paz, serenidad y fortuna.

Feliz 2020.

PER ASPERA AD ASTRA.  

martes, 10 de diciembre de 2019

Dormir en la biblioteca.


Los anchos pasillos de la biblioteca se sentían fríos y secos, ese día no había muchas personas en ella, solo unas cuantas que ojeaban páginas mudas. No me fue extraña esa imagen, siempre pasa que un sueño nos invade cuando se leen libros más pesados que nuestras cabezas.

Las estanterías parecían más altas que de costumbre, probablemente fue esa remodelación que hicieron hace unos meses, en fin, es una impresión tardía (solía ir cada tres días a la biblioteca), pasaba las colecciones: filosofía, ciencia, esoterismo, historia, cocina, música, gramática, lógica, matemáticas, satanismo/autoayuda, etc. no tenía una lectura fija para ese día, tomé algunos libros de las secciones antes mencionadas y procuré ahora si sentarme frente a la ventana donde daba el sol, no quería enfermarme.

Pasaba página tras página, solo eran un desfile de letras impresas, no me decían nada a pesar de mi esfuerzo por tratar de entenderlas. Tras algunos intentos fallidos, fui dejando uno a uno los libros que tomé en el carrito de los bibliotecarios algo polvoriento. Fueron pasando las horas, ninguna de mis elecciones perduró en la mesa. Un poco derrotado, comencé a dirigirme a la salida de la biblioteca, no sin antes revisar el último aparador: Fuera de índice, principalmente eran adquisiciones que no han sido indexadas o libros muy viejos que serían restaurados o desechados dentro de muy poco. Mis pasos se hicieron lentos mientras daba un vistazo a lo que había en los estantes, la calma de un encuadernado azul me llamó la atención, tomé el volumen y lo llevé a la mesa. De las cosas de Paracelso, un título sumamente presuntuoso, sin embargo, muy sensual para una obra a todas luces vieja.

Pensé que se trataría de alguna recopilación de tratados de alquimia, en parte si lo eran, pero había más que solo un grimorio, había detalles de una ciudad lejana que había sido fundada por el antiguo alquimista, una ciudad cuyo nombre (según el autor) debe ser olvidado para salvaguardar los secretos de su interior. Hablaba de su forma de gobierno, un sistema aristocrático sin muchas pretensiones más que tener un estado cercano a la virtud. Las costumbres de aquella ciudad eran variadas y sistemáticas, siempre respecto a las enseñanzas de Paracelso, conjugando los días con cada metal de la antigua alquimia, con algún tipo de espíritu distinto para cada uno. Para este punto de la lectura habían pasado cerca de 2 horas, el libro parecía hacerse cada vez más largo, las palabras eran cada vez más escasas, solo había letras aleatorias, traté de parar, pero unas pulsaciones intensas en mis dedos me hicieron tomar de nuevo el libro, solo para encontrar que ahora se encontraba totalmente en blanco, las letras, la historia, nada, no había nada, pasé cada vez más rápido las hojas, pasaban y pasaban, eran infinitas. Sentía mis manos atadas a la pasta azul, tenía que soltar aquel libro. La tinta brotaba de él, dibujaba en sus páginas símbolos incomprensibles, algunos parecidos a aquellos usados en los aquelarres, otros más que parecían hacerse sangre. De pronto, los símbolos se hicieron nítidos y comenzaron a mostrarme cuanto había vivido hasta aquel momento, pude ver a mi madre mientras me daba a luz, me vi creciendo, todo estaba lleno de aquellos símbolos, mis ojos, las bocas de las personas, pasaba el tiempo tan rápido que pude verme morir, vi los rostros y las lenguas de los seres creadores, millones de rostros que se repetían en un incesante aullar, mi mente comenzó a flaquear, no podía más, había visto a la creación a la cara, solo deseaba perder ese estado, grité fuertemente, pero fue inútil, quería morir, dejar de sostener ese libro…

Sentí una mano sobre mi hombro y desperté, el guardia me había despertado, rápidamente dejé los libros en los cochecitos de bibliotecario y decidí irme a casa, a tratar de olvidar lo que allí sucedió.

martes, 3 de diciembre de 2019

Cafetería de la ciencia (1).

Buenas noches, tardes o días, éste es uno de los escritos que más había tenido ganas de hacer, sin embargo, la falta de preparación académica y la falta de inspiración me llevaron a postergarlo. Hasta hoy, gracias al debate entre Michel Foucault y Noam Chomsky, sin duda alguna es muy emocionante ver como estos grandes pensadores hablan de sus ideas con tanta soltura e inteligencia, por ello, dejo atrás la pena y poco de miedo para iniciar esta serie de posts sobre mi visión de la ciencia, en especial mi campo la química cuántica. Sin más, he aquí el primer post de cafetería de la ciencia. 

Pensar en el desarrollo científico de los últimos cien años, es hablar de una casi infinidad de ideas que construyeron y siguen construyendo el mundo en el que actualmente desarrollamos cada aspecto fundamental de nuestra vida. Hablar de la química bajo esta premisa es discutir sobre una de las ramas más fructíferas a nivel material que el desarrollo científico tuvo a bien aterrizar en conceptos, preceptos, principios, procedimientos, procesos, teorías y tecnologías que guían el progreso material que se vive desde hace más de los cien años antes propuestos. No obstante, prefiero atenerme a esta última cifra por que conlleva recordar la diversidad de rupturas que existieron específicamente en la física, las ideas divergentes de la mecánica cuántica y la mecánica relativista dieron dirección al desarrollo científico más puro, una clase de vida fundamental, sin más ambición que encontrar la configuración primera del universo que se abría poco a poco ante la mirada estupefacta de cuanta persona tuviera el deseo de buscar esas aparentes verdades (es ahora que se entiende la fascinación que crean los libros de divulgación física).

Para fines de este pequeño comentario, solamente se seguirá el razonamiento sobre la línea de la mecánica cuántica para su posterior traslación en términos de la química cuántica.

La perspectiva histórica desarrolla a la mecánica cuántica como una crítica a los fundamentos más elementales de la física, como lo es la mecánica Newtoniana, y que pronto instauraría un paradigma nuevo. El desarrollo de la idea, de primera mano, contraintuitiva, de una realidad que en sus bloques basales es de naturaleza probabilística fue un hecho que vino a ser debatido y, sobre todo, comprendido tanto por científicos como por filósofos, si bien es cierto que en los primeros años de la cuántica concernía solamente a científicos de alto calibre y a sus alumno, al pasar las dos guerras mundiales y el nacimiento de la sociedad tecnocrática, el debate científico tuvo la necesidad de politizarse, de tener un discurso. Ese discurso fue criticado por mismos científicos (Heisenberg, Schrödinger, Einstein, Bohr, etc.) así como por la filosofía (Arendt, Kuhn, Feyerabend, etc.). La concepción de un mundo guiado por el avance científico fue de ayuda para la ciencia en general, mas, llevó a la no-comprensión de las ideas que se obtenían de este nuevo discurso científico, en especial, el de la cuántica, siendo para algunos la síntesis de sabiduría ancestral de distintos orígenes y para otros un disparate sin pies ni cabeza ¿Cómo se desarrolló entonces toda esa idea romántica de la exploración del universo a partir la contrariedad que presentaba la cuántica respecto a la experiencia personal y colectiva de quienes a penas aceptaban sus descubrimientos? La respuesta a esta pregunta se debe pensar en términos humanos, desde el propio planteamiento del lenguaje que promovió la creación de nuevos significados y significantes, es decir, una nueva concepción lingüística que ahora estaba siendo absorbida por el imaginario popular que era fascinado por el intento científico de definir lo que trascendía a nuestra propia experiencia humana sin recurrir a la metafísica, solamente mediante la física. Es, en mi opinión, una de las primeras razones por las cuales la cuántica ha maravillado desde principios del siglo XX hasta la actualidad, la búsqueda del verdadero carácter ontológico de la materia comenzó a volverse sobre la respuesta de la cuestión abierta por Copérnico a cerca de nuestra propia existencia, creyendo que bajo el razonamiento que ahora se iluminaba, la naturaleza humana quedaría desnuda (es claro que estas corrientes no prosperaron pero si hicieron mucho ruido, tanto que comenzaron las concepciones alternativas, desde las más inofensivas hasta las que resultaban en afirmaciones que poco tenían de científicas o siquiera de lógica).   

En lo que encuentro qué escribir. Parte 1.

  Nunca supe como elegir libros Este blog lo comencé hace ya tres años. Esperaba poder verter en él reflexiones sobre lo que leía, de primer...