Un
año más para la cuenta, hasta ahora llevo 23, hacen mucha bulla sobre el cierre
de una década, en combinación con el cierre de año esto es una celebración masiva
a los anillos que se van cerrando.
Terminar
un ciclo es un evento un poco incomprensible para mi, tiempos que terminan y otros
que inician, muy poético, basta pensar que conforme muere el año, uno nuevo nace
inmediatamente, bastante cercano a aquel capítulo de 31 Minutos donde se acaba
el mundo, pero nadie lo notó por que uno exactamente igual se creó en su lugar.
La sensación de que todo se encuentra igual al final de todos esos andares se
hace presente conforme se ve la aurora de un nuevo día nacer. Tal pensamiento me
lleva a sospechar que no hay mucho que celebrar, si solo se piensa en las
condiciones externas que nos son inherentes. No obstante, y a pesar de ese vago
sentir de inutilidad, es grato recordar todos los eventos que se adhieren a esas
condiciones externas. La experiencia humana en toda su extensión, contando lo
que nos hizo sufrir y lo que nos hizo sentir la plenitud de primera mano. Por
mi parte esa es la razón por la que debería celebrarse una traslación al sol,
la esencia de las cosas esta en constante cambio, la existencia también cambia,
mas ésta no es tan perceptible (por lo menos las que no son a grande escala,
las de escalas megalíticas son otra historia). El cambio de esencia sigue
principalmente a la recepción de esas experiencias humanas, hechas grandes por
su expresión en sentimientos. Amar la vida, como mucha gente clama en estas
fechas, implica amarla en sus expresiones positivas y negativas, sin chistar, con
la mejor disposición de arrojarnos al agujero y volver a salir, una razón más para
celebrar, el amor a la vida, aunque sea tremendamente complicado hacerlo.
En
cuanto a mí, las experiencias de todo este año, siguen lo anterior, lloré,
perdí, me alejé, decididamente traté de ser algo mejor, no lo logré, pero no me
quedé en el mismo punto en que inicié, es una avance (no dejen que ningún coach
de pacotilla les diga lo contrario); noté como las antiguas heridas y los
diablos del pasado corrían tras de mí, pude ser por un tiempo más rápido pero
al final mejor los acepté, un poco jugando contra mí y otro poco de
autodesprecio…y aquí estoy aún.
Las
experiencias son varias y éste no es el lugar para contarlas.
Lo
que quiero decir es que las oportunidades que trae el “Nuevo año” tienen un
trasfondo que jamás se van a quitar ni barriendo la casa el 31 de diciembre por
eso de las “malas vibras” (no tomar esto como una excusa para no barrer, es
higiene, no lo dejen de hacer). No tomaría por buena esa metáfora donde se ve
un nuevo año como un libro en blanco, en mi caso, si quisiera tomar esa metáfora
como cierta, tiraría a la basura cerca de 8,395 días sólo por la emoción de “escribir”
una nueva historia con 365 páginas en ella. Lo cierto es que en las demás
páginas hay cosas que nos duelen, otras más que nos invitan a revivir el tiempo
en la memoria, unas más que nos sabrán a nostalgia por no saber arreglar; habrá
aventuras y desventuras. Pero una de las cosas de ese “libro” enorme que es nuestra
vida que actualmente se deja como un pormenor es la idea de los “grises”, nadie
que esté leyendo esto es completamente bueno o completamente malvado, la
condición humana impide que se pueda estar en los extremos, la imperfección es
latente y sumamente poderosa, nadie se escapa de ella, podremos fingir, pero
ella sabe cuando lo hacemos y estará ahí, por cuantos años más vivamos, como lo
veo, esa imperfección puede ser como una lechuza o un cuervo, las dos aves son inevitables,
coexisten en la amplitud de acciones y pensamientos, si, algo demasiado grande,
el segundo, solamente limitado por nuestra biología. Si, mientras cenen
recuerden esos errores, lloren si es necesario, recuerden el dolor, las
consecuencias, las heridas…para luego sincerarse con ustedes, no todo fue tan
malo al final, si lo notan, siempre hubo risas, incluso en los peores momentos,
saber que no todo fue negativo es un paso sumamente difícil, sé que para muchas
personas es una tarea infinita, no pierdan esas ganas de tratar de ver lo
positivo, nadie dice que debemos estar bien siempre, tomen su tiempo.
No
tengo mucho más que decir por ahora, deseo que su celebración sea consciente,
amorosa, pacífica y reconfortante, el tiempo es inclemente y no dejará que los
momentos duren para siempre, disfrútenlo. Al final, nuestra mortalidad es lo
que hace especial lo que hacemos, somos poco más que polvo sobre la pequeña
canica azul que llamamos Tierra, hasta ahora, el único lugar que celebra el
darle una vuelta a su estrella.
Amor,
energía, paciencia, paz, serenidad y fortuna.
Feliz
2020.
PER
ASPERA AD ASTRA.
Gracias ratón lector por acompañar mis noches de insomnio durante este año.
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