jueves, 20 de abril de 2023

El Vértigo Horizontal, Juan Villoro

Antes todo esto era cerro...

Familia incómoda podríamos llamar a la totalidad de la ciudad de México. La queremos, podríamos incluso decir que daríamos una gran parte de nuestra vida por ella, pero aún así seguirían existiendo esas cosas que tanto nos incomodan, lastiman e indignan. Aprendimos a admirar una pequeña región que hace ya muchos años fue llamada, ahora el nombre es muy irónico, cómo la región más transparente del aire.

Desmenuzar en sus hebras a la imponente CDMX (siglas que quedan tan en onda con los días que corren) es una tarea que durante mucho tiempo ha estado haciéndose en la literatura: novelas, cuentos, poemas han sido escritas y escritos usando a uno de los personajes más notables de todo México. Sin embargo, el ensayo, la crónica, lo que hemos tenido a bien llamar No-ficción, tiene una posición especial dentro del torrente de tinta de las letras mexicanas, muy en especial en la gran Tenochtitlan. Valga la pena mencionar a dos grandes antecedentes, Monsiváis y Novo, en cuyos ensayos la Ciudad tomó dimensiones, se volvió un ente en constante cambio, en una fuerza antropogénica, se volvió en una procesadora de carne humana, en una mole insaciable, en la gran moldeadora de sueños y alegrías y la gran fuente de dolores y pesadillas.

La mirada al caos y cosmos chilango

Juan Villoro aborda una vez más el tema y lo hace a través del último camino que mencioné. La mezcla no podría ser más parecida al lugar donde cualquier cosa puede hacerse torta tan solo al meterla al bolillo: recuerdos del primer hogar, historias personales del autor, análisis de personajes excéntricos, disecciones quirúrgicas de las entrañas de la Ciudad, paseos por toda clase de rincones camaleónicos, crónicas que pudieran haber pasado ayer en algún lugar cerca de mi casa, el miedo y el asco de la burocracia citadina...todo finamente hilado, conectado, los límites del libro configuran todo un espacio que va desde lo personal a lo general. Transposiciones de lo meramente personal a lo inmenso de la población chilanga. El microcosmos nunca se sintió tan grande, mientras que el macrocosmos nunca se sintió tan íntimo.

El espacio que abre el autor a su vez, se ve atravesado por los ojos de quién ya tiene algo de camino andando, por supuesto que me refiero a los suyos: sus ojos son experimentados, cuando yo llegue él ya vino de regreso más de tres veces, es una mirada atenta, colorida y, sobretodo, ligera (en el sentido que dió Italo Calvino en Seis propuestas para el próximo milenio: aligerar lo que de por sí ya tiene su peso en nuestra existencia). Me llama la atención, si es que la comparación que voy a hacer se toma por válida, la pesadez que puede sentirse en algunos ensayos que forman los volúmenes de La utilidad del deseo y De eso se trata con respecto al Vértigo Horizontal. El espectro en el que se mueve Villoro es amplio, convierte la experiencia literaria en una experiencia de vida pero también lo puede hacer al revés. La facilidad para quitar o poner peso hace que leer ensayos de los dos últimos tomos que mencioné y luego leer el volumen que discutimos sea una sorpresa a cada paso de la página. Si bien es la misma persona quien escribe, la sorpresa y el ingenio no se pierden.
De ahí viene la empatía que chorrea del libro. "También yo" es una frase que quien lea va a repetir muchas veces.

Particularmente, los ensayos que se acercan a los andares de Juan por la ciudad son de los más interesantes y valiosos que hay en el libro. Su estilo es más narrativo, se presta para ello. Él nos sentó a su alrededor y nos comenzará a contar historias que sucedieron hace tiempo, en una ciudad que ya parece muy lejana. No puedo dejar de recordar el texto que dedica a su abuela, una odisea contra el exterior. Sin caer en sentimentalismo gratuito, el cuadro que termina de pintar el autor es conmovedor y revelador sobre las dinámicas que existían en nuestro antiguo DF. ¿Cómo podría alguien pasar por alto aquella crónica/memoria de Nonoalco? Aquella fiesta donde Villoro casi pierde sus botas. Las anécdotas pasan a ser miniaturas finamente confeccionadas, ensayos con alma de cuento o novela.

El Vértigo Horizontal va calado, va garantizado tanto por su narrativa cómo por su no-ficción. Sus construcciones son descansos donde quienes vivimos en la mole CDMX sentir un abrazo y que estaremos prono en casa después de un día largo en el metro. Para quienes no la conocen, este será un cuadro general de todas las situaciones que pueden llegar a suceder (por supuesto que no todas) en el centro surrealista del mundo.

Muchas gracias por leer, pronto nuevas letras.

Miguel Angel Díaz Gutiérrez, El Ratón. 20 de abril de 2023.



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