Hace dos días fuimos a ver El Faro mi pareja y yo, íbamos con las
expectativas bastante altas por las buenas críticas que le habían dado. No nos
decepcionó, de hecho, sobrepasó esas expectativas.
La película a nivel visual es
impresionante, tiene la característica de parecer una imagen vieja del siglo
XIX, un daguerrotipo de los paisajes desoladores de la isla, el mar y el faro.
El formato de pantalla para presentar la película es un factor que añade cierta
atmósfera que me llevó a sentir una clase de encierro, esta sensación se
intensifica cuando la acción se lleva a cabo al interior de las instalaciones
del faro. Las imágenes en los momentos más escabrosos se llevan a un extremo
donde la saturación y la iluminación incomoda de sobremanera, llevándome a un
desentendimiento, desconocimiento, desconcertado, lleno de horror de los
eventos que la cámara muestra, sin esperar ser cómoda para los espectadores. Un
último punto que me gustaría tocar respecto a la “cinematografía” (disclaimer,
no tengo muchos conocimientos profundos sobre todo lo que implica la
cinematografía de un filme, es más una apreciación personal de esos elementos),
la música. Es un elemento imprescindible para la fuerza con la que el mensaje
llega al espectador, minimalista como poca, adaptada para hacer la experiencia
aún más impresionante y, hasta cierto punto, bestial.
Las actuaciones de Willhem Dafoe
(Tom Wake) y Robert Pattinson (Ephraim Winslow) son magistrales, entregan un
trabajo que pocas veces he visto, la carrera de Pattinson me parece que ha
logrado superar desde hace mucho tiempo a la saga de Crepúsculo, para mí, se ha
vuelto en uno de los más grandes actores en la actualidad (será un muy buen
Batman, lo aseguro); Dafoe no se queda para nada atrás, es un actor que puede
ser cualquiera, desde Jesucristo hasta el duende verde. Unos verdaderos
maestros.
El ambiente que logra el
director, como lo ha dicho en algunas entrevistas, fue un proceso harto difícil
y arduo, pero hecho con la más grande dedicación. Recrear una época lejana no
es algo ajeno para la mayoría, lo particular del Faro es que no solamente se
centra en el aspecto visual (por demás decirlo, pero es impresionante el nivel
de detalle con la que se construye todo ese mundo), provoca una sensación de
espacialidad y no solo de temporalidad, es decir, el ambiente se torna genuino,
nos invita a sentirnos encerrados, con los olores, los sonidos, los
sentimientos que nuestros personajes experimentan, la narrativa tiene varias
dimensiones, desde el mismo formato que maneja la cinta, hasta la aparente carencia
de profundidad en los diálogos, en ese
aspecto, hay mucha coherencia entre como se expresan los personajes y su
realidad dentro de la ficción creada en la película, sobre esto es destacable que
el director haya tomado el estilo, tono e inclusive algunos personajes de la
literatura de Herman Melville, en especial de Moby Dick (como el mismo director
menciona en las entrevistas), sin embargo, no es la única fuente de la que beben
los diálogos, se nota la influencia de Edgar Allan Poe, los reveses y
decadencia de Baudelaire o Rimbaud, inclusive en el misterio de Emily Brontë en
Cumbres Borrascosas . Como se sigue de lo anterior se hace sumamente evidente
la toma algunos elementos propios de la literatura del siglo XIX, uno de estos
elementos que más me gustaron fue la caracterización del lugar donde la acción se
lleva a cabo, el faro tiene un encanto/horror sobre la audiencia, se podría
llegar a conocer al faro como un personaje más, en algunas partes de la cinta
puede incluso creerse en que el verdadero villano es el faro y su voz la alarma
de niebla.
Es increíble el nivel de
incomodidad que causa la cinta desde los primeros momentos, el componente de
ansiedad tiene, a mi parecer, un valor de construcción, llevando poco a poco a
la audiencia a un anti-éxtasis hacia el final, la tensión es demasiada. No
podía dejar de pensar en que todo se encontraba mal desde el principio, sólo
era cuestión de tiempo para que todo explotara en un frenesí ciego. Eso último
no es exageración, los elementos sobrenaturales saltan a la vista como quien ve
por unos segundos en la ranura de la llave, pero el máximo multiplicador de
todo esto (y, dicho sea de paso, lo que motivó esta “reseña”/opinión) es el
lento camino hacia la locura. La locura es retratada de manera consecuente a las
diversas eventualidades a las que se enfrentan los personajes, algunas
interiores de cada uno y otras exteriores a ellos. El progresivo ascenso a la lámpara
del faro por uno de los personajes va de la mano por su paso de ida a la locura
total, hay un ambiente pesado a su alrededor, la violencia que ejerce contra el
medio, contra sí mismo y contra su compañero no solamente tienen una
connotación visual, esta violencia se hace personal, es difícil dejar de ver
las escenas donde la sangre o la decadencia humana se hacen palpables. El impacto
psicológico que representa ver a un personaje ficticio totalmente falto de
cordura, y todavía llegando aún más profundo en su propia locura, es algo que,
personalmente, muy pocas veces he logrado sentir, el terror no es por si mismo
en este filme, si no, que es por medio del horror que causa.
Sobre una interpretación de la
historia, es uno de los temas que más se discuten entre foros y videos de
internet, una de ellas es la clásica, una suerte de reinvención del relato de
Proteo y Prometeo (quienes para este punto ya hayan visto la película sabrán
por qué se dice aquello), este es un buen momento para mencionar que El Faro tiene muchísimas lecturas, como
cualquier obra de arte. La lectura que yo le doy es sobre una metáfora sobre el
purgatorio, uno donde los pecados no se han logrado expiar, el personaje de Pattinson
sería el penitente que busca borrar sus culpas del pasado, cumpliendo una serie
de “pruebas” que lo pondrán al borde de sí mismo, buscando el más mínimo error
para deshacerlo, es un libro abierto, jamás fue un secreto para Tom su pasado,
solamente veía desde su propio lente. El personaje de Dafoe, cumpliría un rol
de juez roto, que ha dejado su misma humanidad y cordura, las ganas de “ayudar”
al personaje de Pattinson, sin embargo, esa “ayuda” solo hace de las pruebas
mucho más complicadas. Los sentimientos de inferioridad y el progresivo
derrocamiento de la figura de autoridad consiguen llevar a ambos personajes a
un final totalmente destructivo y violento, solo dejando girones de lo que
alguna vez fueron hombres. Uno muerto en una tumba sin cerrar y el otro solo
como un montón de comida para las bestias, en esta historia no hay lugar para
la esperanza, este no es un purgatorio por el cual se llega al cielo, es uno
por donde se entra al más horrendo infierno.
(Me encantó el final de esta
entrada, de verdad, si este comentario estuviese hablado, sería una voz en off
después de los créditos. Es redundante decir que ésta es una mis películas
favoritas del año, es más es una de mis películas favoritas de la vida. Hago un
atento llamado para que cada persona que lea esto vaya a verla lo más rápido
posible y vivir la experiencia de un filme fuera de lo común, donde se tocarán fibras
muy interiores, una oportunidad para conocer a un nuevo director que promete
ser uno de los nuevos maestros del horror Robert Eggers ¡VAYAN A VERLA!).