lunes, 30 de septiembre de 2019

París era una Fiesta, Ernest Hemingway.

Hay una pregunta que ha estado alrededor de mi vida por últimos siete años ¿Cómo recordaré lo que pasó? ¿Qué son los detalles que se quedarán? ¿Qué otros irán perdiéndose por el correr del tiempo? No soy el único que se ha preguntado ésto, al fin y al cabo, el futuro y la permanencia de nuestra memoria a través del tiempo es una de las más grandes cuestiones en la historia misma de la humanidad. 

El crecimiento y el paso del tiempo tienen una peculiaridad: a medida de que estos van pasando y se van quedando en el pasado, tendemos a tener un recuerdo brillante, de una u otra manera dejamos que lo mejor sea la verdad, dejando atrás todo lo demás, inclusive si estos daban sentido, amplificación a aquellos destellos de la memoria. Retomar aquellos momentos unos años después es lanzar una bengala en un camino obscuro que ya fue recorrido, no obstante, en cuanto seguimos los pasos atrás podemos tener una imagen completa, podría decirse que, hasta cierto punto, una descripción detallada de aquello que se rememora, siempre habiendo una inclinación hacía lo positivo. 

Hemingway presenta un compilado de anécdotas que relatan su estadía en París, en los años entre 1918 y 1929, éstas tienen varias capas de lectura, desde un retrato de la ciudad de la luz, hasta el crecimiento que el escritor tuvo a partir de las "aventuras" y vivencias. Una cuestión interesante es el medio por el cual se nutre el mito de, citando a Tatie (Hemingway), "la mejor ciudad para escribir" por los escritores, escritoras, pintores y pintoras que cohabitaron ese espacio con el autor, estas personalidades excéntricas, míticas como pocas hacen de París una fiesta de lo más particular. El cambio de siglo y el fin de la primera guerra mundial tienen sus contrastes en el libro, la constante transformación de la ciudad, de los puestos de periódicos, de las carreras de caballos a las carreras de bicicletas. La bebida es como una música de fondo, no connota un vicio, es una forma de acentuar las situaciones que se describen, dan una luz bohemia que se extiende por todas las páginas. Se construye un mito a partir de las imágenes que el autor evoca en cada párrafo.  

La personalidad que sobresalta, en las primeras páginas del libro, es Gertrude Stein, la artista que amadrina a esta generación "perdida", siendo un oráculo a ratos, mientras que en otros es una figura tenebrosa y autoritaria. La perfecta madrina. 

Los compañeros escritores de Ernest no se hacen esperar, Ezra Pound es un gran recurrente en sus recuerdos, siendo un amigo de cenas y de episodios variopintos. Un nombre que sólo resuena al final del relato tiene un peso casi místico, la narrativa se detiene y respira para contar con detenimiento las peripecias del gran Francis Scott Fitzgerald. Es cómo si una leyenda se hiciera realidad, una figura blanca, pensativa, con muchas palabras que decir, hipocondríaco, imbuido en una relación tóxica, un torpe como pocos...sin embargo, es el único que el autor ha considerado como uno de sus amigos verdaderos, un autor inigualable que solamente no pudo mejorar por que su muerte le detuvo, de todas las anécdotas ésta es la que tiene una carga emocional más grande (sin contar aquellas con su esposa e hijo), el amigo más leal que ha tenido, dice reiteradamente al final de los dos capítulos de Fitzgerald. Mis favoritos personales y los que más recomiendo de la obra. 

La escritura de Hemingway se siente sobria, muy adecuada al tono familiar con el que cuenta las vivencias, no hay metáforas complejas o pasajes simbólicos (por lo menos que se lean explícitamente para ello), la honestidad es un rasgo que caracteriza a la forma de narrar estas historias, la introspección se siente genuina y los diálogos son congruentes con esta introspección lo que culmina con una narrativa robusta evitando ser estilizada o fina. El aspecto negativo que más puede verse a lo largo del libro está en el ritmo que tiene en ciertos pasajes, sobretodo los contemplativos, que hacen un frenón en comparación con los demás que presentan acciones y situaciones. Otra cuestión, que no se si calificar de negativa, es que se notan los estragos del tiempo en algunas interpretaciones de los hechos que hacen dudar si realmente así sucedieron, no creo que sea algo que reste a la obra, sin embargo, tengo la impresión de que puede ser un punto en contra para quienes gustan de rigor en los acontecimientos. 

París era una fiesta, tiene muchas virtudes que la hacen un libro que resulta muy agradable de leer, tiene un sentimiento de familiaridad, nostalgia y cariño a aquellos años, tiene bastante honestidad por parte de Hemingway. Tiene un efecto mitificador de la ciudad impresionante, haciéndola un lugar casi de fantasía, de ensueño. París no se había visto así desde la Belle époque. Es un libro recomendable para quienes busquen un crossover épico o para quienes busquen penetrar en el crecimiento del autor. Sin lugar a dudas, las luces de la memoria son las más brillantes, tal vez no hayan sido así de brillantes al principio, pero, como dice una canción: "El tiempo vive en la memoria" y este libro es prueba de ello. 

Gracias por leer esta entrada, si nace de ti dejar un comentario hazlo, compártelo si te gustó, no olvides visitar las demás entradas, tienes algunas reflexiones sobre libros y escritos míos. Sin más por el momento: PER ASPERA AD ASTRA. 

lunes, 23 de septiembre de 2019

Las Noches Blancas, Fedor Dostoievski

Recuerdo cuando en la prepa, durante el último año, me dejaron la tarea de leer El Zarco de Ignacio Manuel Altamirano, en un principio, fue un libro que me hizo reflexionar mucho a cerca del amor, precisamente de Manuela y El Zarco ¿Era justo el final para ella? el final es uno de los que no terminan de encajar en el imaginario que me he inventado a través de los años.

Ahora con Las Noches Blancas, me encuentro con un libro donde el tema me recuerda aquel libro mexicano. Esta novela es muy corta y acomodada de una manera bastante agradable y cómoda, es una novela romántica donde San Petersburgo es un personaje más que acompaña, reconforta o, a veces, hace que la miseria aumente, haciendo que los escenarios sean cada vez más sensitivos y cercanos para quien lee. 

Los personajes no son muchos, tenemos a Nástenka y su babouschka, el protagonista anónimo (que es a su vez el narrador)  y el amor no correspondido de Nástenka. Estos personajes exploran distintos estadios de un alma enamorada, siendo ella y el protagonista quienes presentan sus historias de amor y desamor que dan un nuevo significado a la primera noche donde estos se conocieron. El protagonista es solitario, ha aceptado su naturaleza como esta es, lo que no significa que no la sufra cuando esta le cae encima. Bajo este punto, se debe decir que el personaje del narrador es el mejor explorado del libro, sobretodo por que su voz es la que recibe más peso en los soliloquios que descubren las emociones más potentes de su psique y, sobre todo, el enamoramiento por Nástenka. A pesar de que se hace más hincapié en él, Nástenka, es una figura muy utilizada durante la literatura del siglo XIX, la de una mujer frágil que se descubre, se abre a través de las conversaciones nocturnas, ella expresa, a veces exageradamente, el amor que ha desarrollado por el hombre que la dejó para ir a hacer negocios a Moscú, lo que abre la posibilidad de empatizar muchísimo más con ella ¿Quién no ha sentido lo que ella? Arder y consumirse en el amor que se ha ido y probablemente no llegará.

De manera personal, la secuencia final, entre la cuarta noche y la mañana, es una de las más interesantes por sus implicaciones emocionales y psicológicas sobre los personajes desgarrando totalmente a uno y haciendo que el otro tenga una aparente felicidad. La realidad a la que se deben enfrentar se ve totalmente polarizada por las diferentes formas en las que se han desenvuelto ambos. Es el fragmento que más me impactó y gustó de la novela.

Para concluir, la novela representa muy bien el estilo de literatura del siglo XIX por los temas que aborda y como los aborda, la exploración psicológica de los protagonistas es interesante ya que, si bien es corta, es efectiva para explicar el modo tan particular de entender la realidad en la que cada uno vive. Las temáticas siguen la corriente de su tiempo, sin embargo, la peculiar forma de escribir de Dostievski, manejando los escenarios y su interacción con los personajes de tal forma que el primero parece tener una conciencia que cambia según las emociones y estados de los personajes; la forma de llevar la narración se siente natural, su aparente simpleza hace que esta tenga una poética muy refrescante y bella.

La lectura de esta pequeña novela esta totalmente recomendada, creo que todas y todos hemos tenido nuestras propias noches blancas, cuando la mañana parecía lejana, callada tras los edificios de la ciudad y las calles que a veces parecen desiertas, mientras que otras parecen llenas de vida y amor...sólo para descubrir que la mañana inevitablemente llega.

PER ASPERA AD ASTRA. 

martes, 10 de septiembre de 2019

Rolling Thunder express (pt. 1)

Querida gente que me lee aún, este es un pequeño experimento que estoy llevando a cabo, se basa en la película de Martin Scorsese, Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story. La cual la recomiendo ampliamente, a pesar de no ser un fan de huesos amarillos del canta-autor, es una película que merece totalmente la pena. 

Sin más por el momento, aquí este pequeño experimento. 

Rolling Thunder Express pt. 1 

Las guitarras ya están afinadas y ahora es nuestro turno se subir al escenario, en esencia haremos lo mismo que hemos estado haciendo las últimas semanas: tocar frente a un puñado de personas en pueblos pequeños ¿Por qué? hay veces que leo las noticias, las bandas más grandes del planeta visitando ciudades alrededor del globo, viviendo el sueño, dirían algunos. Mientras que nosotros estamos enfrascados en un roadtrip que vaga por Estados Unidos y las ciudades fronteras con Canadá, con un camper que alcazaba bien, hasta que más y más personas se comenzaron a subir al Rolling Thunder express, como si el espacio y las horas de viaje no fueran ya suficientemente incómodas.
Una de las cosas que más he odiado de toda esta gira, es al maldito Ginsberg repitiendo los mismos poemas sin sentido, vestigios de su antigua gloria con sus compinches Beat, la delgada línea entre lo complejo y lo pretencioso siempre esta al filo de ser saltada. Aunque, debo admitir que no odio a ese hombre, a pesar de su escritura, es un tipo agradable y que disfruta de serlo (aunque en el fondo sea una de las mentes más libertarias del grupo), sus pasos de baile son bastante torpes, pero más de una vez he visto como ha logrado animar a las fiestas de los pueblos que visitamos, solamente con la alegría de sus pasos, es una silueta que nos traspasa y nos contagia a todos, ni siquiera Joni se queda indiferente al verlo bailar. Tampoco se queda indiferente al escucharlo a hablar, la regla es clara: Ginsberg habla, los demás escuchan, no hay que dejarse llevar por lo imperativo de esa frase, él es como si Buda fuese estadounidense, un guía espiritual que gusta del pollo frito, cerveza y una noche de baile con The Band de fondo ¿Cómo rezaba su poema? Jmmmmm ¿Aullido? He visto a las mejores mentes de mi generación… seguido de un montón de infortunios…es raro pensar que él pueda tener tanta pobredumbre en sus pensamientos y a la vez ser tan místico y, al final del día, alegre como lo es.
Durante el concierto hubo algunas lágrimas, siempre las hay cuando Dylan canta Blowin´in the wind y las ya conocidas canciones “románticas” que no pueden faltar en el repertorio de cualquiera que se digne llamar como canta-autor.  La otra noche, Joan la cantó con él justamente Blowin’. Fue un momento extraño, siempre los veíamos juntos, pero en ese par de minutos no eran Dylan y Báez, era una amalgama hecha de cuatro voces: Las suyas y de las guitarras que estaban tocando, ninguno de los que estábamos ahí nos atrevimos a acompañarles, no había la necesidad, era suya esa canción, diría que teníamos cierto temor pero es demasiado vago para describirlo, fue como una luz que nos enternece, nos quita las defensas dejándonos desprotegidos ante un evento que no terminamos de comprender, sumamente sublime, bello en la medida con quien cada quien pueda lidiar con ese concepto. Desde aquella noche, supimos que esa canción no solamente tenía un influjo sobre el público, también lo tenía sobre nosotros, incluyendo a Dylan. Pienso que hay veces donde las canciones parecen que son tan lejanas a nosotros, tan distantes, es sorprendente que podamos llegar a un estadio tan alto solo por la escritura y unos cuantos acordes, un estadio donde lo sublime de las canciones es lo que sobrevive.
Hoy ha sido una noche buena, hemos tocado por unas 4 horas, el telón cayó, mientras los tramoyistas (que usualmente somos nosotros mismos, hoy tuvimos suerte de tener la ayuda del ayuntamiento del pueblo) acomodaban los instrumentos en el camper, Joni tenía un semblante desesperado, una inquietud que la invadía poco a poco. Tenemos unas cuantas horas en el hotel, habrá oportunidad de que ella respire y pueda volver a su centro. Ella me llena de intriga, es una chica bastante singular, neoyorquina de pura cepa, si algo sabe hacer muy bien es escribir canciones sobre esa tremenda vida que ha llevado entre taxis, metro y amoríos (a pesar de que no había oído a nadie mencionar que ella tuviese algún tipo de relación amorosa, pero nadie que sea de Nueva York, sea artista y, además, sea una buena artista adolece de los corazones rendidos ante sus pies) no obstante, su sonrisa es sincera, es una idea que tengo, una sonrisa sincera muy poca la gente la tiene, es difícil poder reconocerlas, simplemente te toman por sorpresa. Si tuviera que ponerle un apodo a Joni Mitchell, este sería de: Susurro del desierto, tiene cierta consonancia con su capacidad de hacer canciones de casi todo y siempre tenerlas a punto para toda clase de situaciones, ya sean esperadas o inesperadas, un susurro que acompaña en los días más calurosos y las noches más frías, sin perderse los días y las noches intermedias, un susurro en el desierto que puede resultar las calles de Nueva York un martes a las 11:30 de la noche. Lo que realmente me intriga es que sea callada, solo hablando lo necesario, si fuera un poco más comunicativa seguramente hubiésemos visto dos o tres discusiones con Ginsberg…


En lo que encuentro qué escribir. Parte 1.

  Nunca supe como elegir libros Este blog lo comencé hace ya tres años. Esperaba poder verter en él reflexiones sobre lo que leía, de primer...