lunes, 21 de enero de 2019

Nada, Carmen Laforet.


Parece mentira que ya hayan pasado siete años desde la primera vez que leí esta novela. Al entrar en contacto con la historia de Andrea mucho de lo que me sucedía en aquellos años se volvió más llevadero, las reflexiones que entonces tuve fueron de tremenda empatía con la delgada protagonista, incluso, los pasajes que ella vivía tomaban cierta forma en mi escenario de estudiante de preparatoria. Después de algunos años, volví a leer esta novela con bastante emoción por visitar de nuevo la historia de Andrea y me encontré con una bella sorpresa al encontrar nuevas imágenes que antes había pasado de largo o simplemente decidí ignorar, volver a leer los diálogos me hizo dar cuenta de una profundidad que en la primera vez no pude sospechar.
La novela en sí se sostiene fuera de su protagonista, ella muchas veces es una víctima de las circunstancias además de una expectadora de lo que se cierne y desarrolla a su al rededor. Eso es lo que hace de Andrea alguien con quien se puede empatizar por su profundo retrato de la condición humana. Andrea no es totalmente miserable por los detalles que surgen en su día a día, a pesar de que su mundo es muy caótico y sombrío. Y ese es otro de los puntos más fuertes de la obra: el escenario, siendo este Barcelona de la posguerra. Los escenarios se sienten como aquellos presentados por los románticos, con vida propia e inclusive participación en el relato, el ejemplo más reconocible de esto es la casa de las tías de Andrea, la de la calle de Aribau. El lugar tiene dos rostros encontrados, por un lado se tiene el lugar amenazante, sombrío y totalmente pasivo ante los actos de total malicia que se llevan a cabo dentro, mientras que por el otro es un sitio donde las reflexiones de la protagonista son profundas, solemnes como poco y el refugio que ella tiene para resguardar sus profundos sentimientos.
Creo que, para completar esta reseña somera de la novela, hay que mencionar a Ena, la aparente antagonista de la historia. Su personaje es uno que es constante y muy cercano a Andrea, siendo ella su mejor amiga, la característica principal de ella es su carisma, tal que resulta hipnotizante tanto para Andrea como para la mayoría de los personajes; esta cualidad de ella hace que la trama tenga un halo de misterio que se resuelve maravillosamente rumbo al final de la historia. Ena también es vulnerable pero fuerte, incluso más que nuestra protagonista pero sus deficiencias son palpables, al igual que Andrea, ella no es invencible y detrás de unos ojos de color y una sonrisa perfecta se esconde una mujer que ama, que odia y que busca desesperada algo que la haga sentir viva.
Sin más, queridos y queridas lectoras, les invito a leer esta obra, la cual no es complicada y sirve muy bien para adentrarse en la literatura española.
Per Aspera Ad Astra.

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