jueves, 21 de febrero de 2019

13


La imposibilidad de la virtud
se torna contra la ignorancia,
transmuta hacia lo horrendo
al vacío idiota del olvido.

Las llamas ya son perdidas
lloran su naranja estridente,
su calor se pierde en ceniza
añoran el tiempo que perdieron.

La inexistencia de la misericordia
lo obsceno que resultó aquel día,
rompe la copa del antiguo vino
que se derrama entre tus labios.

Fantasma ciego de tu recuerdo,
apenas el susurro de tu vida
como el horror sordo de la muerte
de las infinitas mariposas negras.

¿Suicidio? ¿Por qué no? Uno, dos,
tres y cuatro, dos balas en el cajón
cinco y seis Sísifo sube otra vez...
¿Cuánto más podría verte?

Si, tú eres quien encanta camaleones,
con tu irritante música anticuada,
tal vez bebería otro café u otro ajenjo
dama verde de mis sueños no te alejes.

Debajo de un triste vaso roto aún frío
escondí la llave, la ginebra y los hielos
pueden irse al carajo, la llave y solo ella
sabrán que hacer, tal vez mañana u hoy.

Delirio espiral, el piano retorciéndose
frente las obras baratas de hoy en día
no se tiene el valor y el jazz de ayer,
pobre, sigue cantando como cigarra.

Un montón de diamantes estrellan
sus caras contra la plata de la luna
la baranda ya no espera a nadie
ni siquiera el verde de las ramas y el viento.

Sábanas de Prometeo, desarman
destruyen, pulverizan, oprimen, rojas
dolorosas, ardientes, profundas y
diáfana la ventana petrificada de miedo.

Caja de música que te guarda y alimenta,
el silencio se derrama en el lienzo
¿Lo sientes? Poco a poco, los gusanos
entre los ojos y la boca ¿Lo sientes?

¿Amanecer? Jamás ¿Para qué? Jamás
¿Amor? ¿Felicidad?  Lo necesario
abierto como la mezcalina y el éter
cerrado como dedo en el gatillo.

¿Bien? No, solo viviendo el sueño,
(que terrible sueño, mierda) feliz,
seis letras absurdas y mentirosas...
Pero vamos ¿Quién no quiere divertirse?


Por: Miguel Angel Díaz Gutiérrez.

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