viernes, 1 de marzo de 2019

Sobre la felicidad.


El misterio de la felicidad siempre ha sido tan esquivo y tramposo, al existir como un continuo, un fin se nos escapa, siempre que la certeza de tenerla es palpable, ella se diluye en preguntas sobre su mismo carácter. No resulta sorprendente que el fin más grande sea tan escurridizo, solo se debe pensar en la concepción que tradicionalmente se tiene de ella, como una recompensa después de un periodo de sufrimiento o, en su forma más ligera, un periodo de trabajo arduo. Algunos han dicho que la felicidad es un estadío inalcanzable, por sí mismo es un fin donde el medio es tortuoso y repleto de aburrimiento: no se puede ser feliz, se revela etérea e imposible. Mas esa concepción deja a la deriva mucho de lo que naturalmente nos hace sentir la "plenitud" comprendiéndola como la estabilidad del espíritu conforme a lo que se percibe, lo que se aproxima a una concepción de la felicidad como un estado donde existe esta conformidad dicha concepción no comprende que dicha conformidad es temporal y no implica que la causa de dicha sea incuestionable, tanto así que se puede llegar a destruir a esta plenitud por la inquietud (angustia) de saber que ello no durará, que no se sienta digna para nosotros o simplemente sea tan extraña por sentir constantemente la desesperación y los altos bajos usuales de la misma existencia.
Descubriendo que la existencia misma no admite una concepción "eterna" de felicidad, el problema es mucho más lejano que cuando comenzamos. Por tanto, se puede plantear la pregunta ¿Es realmente "eterna" la felicidad? El peso de esta pregunta es mayúsculo ya que implica que no existe una felicidad, si no, que ella misma solo es el conjunto ¿Pero cuáles son las piezas? Es ahí donde la unidad constructora se entiende como un periodo corto de tiempo donde la exaltación de la misma realidad, aunque cotidiana, se vuelve extraordinaria, un placer que puede ser circunstancial o causado. La virtud de esto es que se tiene una palabra muy específica: Alegría. La alegría es el mínimo eslabón de una cadena, no es continúa pero deja su marca como el cauce de un río, no trata sobre buscar la eternidad, si no que sabiendose mortal e imperfecta repleta su vacío con una rebelión contra su propia naturaleza, aceptando a la muerte en ese instante y encarandola, olvidándose en el instante. 
La finitud es intrínseca de la alegría y es su mayor atributo, aceptar a la felicidad no como una meta si no un conjunto de momentos que se concatenan hasta resultar en una "felicidad" que no fue infinita pero que dentro de su finitud se sintió. Bajo cada momento, al ver los edificios silenciosos, los bosques sabios, el abrazo de aquellos que se aman, como el cruce de las miradas o el balanceo de la caminata en Ipanema.

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