sábado, 2 de febrero de 2019

Domingo de Revolución, Wendy Guerra.

¿Qué es la identidad? ¿Qué es la libertad? ¿Qué hay más allá de las fronteras espaciales y físicas? ¿Podrías soportar ser un extraño incluso en tu propia casa? La novela de la que hoy hablaré explora estas preguntas muy propias de la condición humana, tomando como hilo conductor la situación política de Cuba. La autora es audaz al dejar al descubierto la vida en la isla, las situaciones que se narran son, algunas, de una tensión indecible, lo que hace que a momentos la lectura sea desesperada, con miedo, con la misma vulnerabilidad de Cleo (la protagonista) ante el ahogo de un estado autoritario anacrónico que a penas y sigue el ideal que inició hace ya 50 años. La crudeza con la que se habla de las situaciones torna a la novela en un claro-obscuro constante, yendo y viniendo de la tranquilidad al sudor frio de tener a los “compañeros” en tu casa desvalijando cuanto encuentran a su paso, violando la intimidad del hogar, apropiándose de ese espacio que creías sagrado.  Guerra logra mediante el uso de estas imágenes inquietantes dar cuenta de la profunda relación que tiene Cleo con La Habana, con la casa donde ha crecido, un vinculo que ninguna dictadura puede romper. Los recursos que toma elevan su escritura, la crítica al estado cubano es orgánica y ad hoc a la historia que se nos está contando. Una de las situaciones más curiosas es que el nombre del líder de aquella locura es nombrado tan poco…Fidel Castro Ruz es un fantasma que postra su mano violenta a través de los “compañeros” y los militares. En contraste de la crítica, la autora se reconoce como parte de aquella generación que aprendió ruso en lugar de inglés, se sabe parte de la “cubaneidad” que la acompaña y refleja con Cleo; los personajes que se desenvuelven alrededor de la protagonista recuerdan el mundo extraño que recorre la protagonista, siendo denigrada y tachada de espía: Traicionera a la revolución/Traicionera a Cuba, el absurdo es palpable desde los primeros capítulos.
Como mencioné, la novela realiza un gran trabajo al mostrar la condición humana, Cleo es real. Resulta sumamente interesante analizar todas las situaciones que ella vive, pero quiero centrarme en dos: La soledad y la sexualidad. La primera es evidente desde que ella misma reconoce que la isla la drena y le quita su libertad cada vez que ella quiere algo fuera de los estereotipos impuestos, incluso ser escritora le resulta caro: cámaras en todos los rincones de la casa y los imperdibles micrófonos no en menos lugares. Pero esta soledad se acentúa mucho más cuando las personas que están a su alrededor comienzan a renegar de ella por razones que se resumen a su estatus de “persona incomoda para el régimen”. Los achaques de este aprisionamiento interno y del externo resultan en largas paginas donde, entre botellas de ron, busca casi violentamente desprenderse de sí misma para callar todo aquello que la destroza, la miseria donde está sumida es profunda, sin embargo, no se pierde en aquello, la esperanza devuelve un poco de aliento a la vida tormentosa de Cleo. El segundo punto que me pareció sumamente interesante y muy propios de esta obra, la sexualidad de Cleo. El manejo del erotismo por parte de la autora es inteligente y brillante, el efecto que tiene sobre el lector tiene, a mi parecer, 3 directrices: Desesperación, esplendor y esperanza. La primera se puede encontrar en el pasaje donde Cleo, tumbada desnuda en el suelo frio de su casa en un día de calor insoportable, decide olvidarse de las cámaras y de los micrófonos y se masturba en un acto parecido a un terremoto lento que recorre todo su cuerpo, intentando calmar la sed que todo cuanto ha pasado dejó detrás de sí; de la segunda se tienen totalmente las relaciones fugaces con el amante de México, las primeras relaciones con Gerónimo o con Alberto, donde se entiende como objeto de deseo y da rienda suelta a aquel deseo que se apodera de ella, una ráfaga de total pasión, ya no desesperada, totalmente libre, sin cámaras, sin micrófonos; pero la tercer directriz es la que más interés tiene dado que, en comparación a las otras dos, no tiene tantas líneas, la esperanza se refleja en el amor que Cleo llega a sentir por Gerónimo y es que no solamente se trata del sexo, la vida que comparte con él llega a tal punto de ser indiferente a los ojos y los oídos que se posan sobre ellos. El amor no es un tema central en la novela, pero tiene su toque esperanzador que retoma la humanidad que a tiempos se cree perdida. Por ello la sexualidad juega un papel interesante, es la humanidad en su estado más primitivo, resultando esclarecedor y descubriendo a los personajes, haciéndoles de poco en poco más reales.  
Y es que esa ultima idea es la central, y con la que acabaré esta entrada, la realidad. A pesar de que algunos pasajes se sientan fuera de ella, el aterrizaje sobre esta historia demuestra que no existen más los héroes de aquella revolución, El Che, Cienfuegos, Castro…Pero su gente, no pierden la fuerza, pasando por encima de la soledad, de la depresión y del miedo, aunque sea de maneras poco claras y arriesgadas.
Per Aspera Ad Astra.

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