lunes, 25 de marzo de 2019

Soledad I.

Te construyo desde la soledad
e inmensidad de mi habitación,
no necesito recordar o verte,
el aroma guayaba prevalece.

Perdido en las sábanas amarillas,
cubriendo el cuerpo destrozado
que te ofrezco con copal a tus pies.
Soñé con abrazar la obsidiana,
y al fin tomar un poco de tu agua.

Transfigurose el maguey a tu vida,
apareces resguardada entre espinas,
cristalino mirar desde las raíces,
apareces entregada a Tonantzin.

Mis venas queman, la sangre hierve
proclama salir de mi, regar el maizal
sostener la nueva vida que nacerá...
no puedo, sigo llevando ocote a casa.

Vela en pecho visito mis huesos rotos
poco a poco pulverizados por tanto.
Jade por el llanto que tanto padecí
un manto lánguido e intranquilo.

Dentro de la lejanía de mi ventana
te podré volver a ver, sentir tu piel,
entre tus valles, entre los cerros,
en el naciente amanecer de Kukulcán.

Miguel Angel Díaz Gutiérrez. 

1 comentario:

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